screenshots CORAZÓN DEL CIELO, CORAZÓN DE LA TIERRA

¿Cómo acabará la historia? ¿Se desbordarán los océanos?
¿Se desmoronará el cielo sobre nuestras cabezas, cuando se haya cortado el último árbol? En su calendario, los mayas no describieron una profecía, sino el término de un ciclo.

Aparentemente todo esto no tiene que ver nada con nuestra cultura o nuestra forma de entender el mundo, pero tiene resonancias en la realidad que nosotros conocemos y tememos: nuestro frágil planeta y con él toda vida es destruido a una velocidad vertiginosa, mientras nosotros a penas hacemos nada por detener ese proceso.

El final del calendario maya ya es parte de nuestra mitología mediática. Pero para llegar al fondo de nuestras miserias no es necesario acudir al esoterismo. La patria de los casi nueve millones actuales de mayas en México y Guatemala es un microcosmo perfecto para mostrar como la irrefrenada globalización destruye la Tierra y a los pueblos indígenas con drásticas consecuencias para todos nosotros.

CORAZÓN DEL CIELO, CORAZÓN DE LA TIERRA acompaña a seis jóvenes maya en su vida cotidiana, sus ceremonias y su resistencia frente a los peligros que acechan a su cultura y su entorno. Narra sus historias que no sólo son personales y entrañables, sino que constantemente se sumergen en temas universales.

Chan K’in, un joven chamán de los lacandones está de duelo por su patria, la última selva húmeda de América del Norte donde hoy, tras decenios de devastadoras talas, pacen las reses. Los lacandones más ancianos, que se consideran los directos sucesores de los maya clásicos, tienen la misma visión: el agua cambiará su color y eso será el fin del mundo. El astro-arqueólogo Alonso que descifra las misteriosas inscripciones de las ruinas de Palenque, concluye que hay paralelos entre el fin del Imperio Maya, el final de un ciclo temporal y el amenazante colapso ecológico.

Flori ha crecido en un estado permanente de miedo, desde que de niña tuvo que huir del genocidio en Guatemala donde la mitad de su familia perdió la vida. Ahora regresa a su pueblo, para ayudar a organizar la resistencia contra la mina de oro canadiense que envenena el medio ambiente y deja un rastro de violencia y traumatismos. Felipe, drogodependiente a consecuencia del genocidio, se ha convertido en un guía espiritual maya, para curarse a sí mismo y ayudar a los sobrevivientes.

Chepita, una joven del alto de Chapas lucha por la conservación del maíz autóctono, que es el mayor bien sagrado de los maya y del que fue creado el hombre, según los mitos maya de la creación. Hace tiempo ya que está amenazado de desaparecer por las simientes manipuladas genéticamente por Montsanto. Su importación masiva desde EE.UU. ha provocado además una verdadera diáspora. Los campesinos maya, también los hermanos de Chepita, no pueden vender ya su maíz, abandonan los campos de cultivo y se van al norte afrontando los peligros de cruzar la frontera. Jerónimo es Zapatista. El mismo día en que entró en vigor el tratado de libre comercio Nafta en 1994, los Zapatistas declararon la guerra al estado Mexicano, eran una tropa de rebeldes campesinos maya enmascarados y pobremente armados. Jerónimo y sus compañeros se alzan en contra de los consorcios transnacionales que les sustraen la tierra el maíz y el agua. „Al principio los indígenas éramos invisibles para los poderosos“ dice, „ahora embozados tienen que vernos.“

Estas historias están trenzadas con secuencias de imágenes que muestran la sutil belleza de la naturaleza y con episodios del Popol Vuh, el libro sagrado de los maya. Las ruinas de las antiguas ciudades maya desperdigadas por la selva son el testimonio de una civilización perdida y también señales de advertencia para el mundo en que vivimos. La cosmovisión de los maya, en que todo ser es sagrado y está unido entre si, es contrapuesta a la corta de miras e inconsciente explotación de la Tierra.